¿Por qué la empatía es tan importante?

¿Por qué la empatía es tan importante?

La empatía es, brevemente explicada, la capacidad de ponernos en el lugar de los demás.                Pero la empatía es mucho más. Se trata de sintonizar con la persona que tenemos delante, hacerle ver y sentir que le estamos escuchando, entendiendo y comprendiendo. Que nos hacemos cargo del valor de lo que nos transmite.

Si desarrollásemos tremendamente esta habilidad, llegaríamos a sentir con la otra persona: a llorar con ella, a reír, a alegrarnos, a enfadarnos… porque podemos llegar a identificarnos con cómo lo  está pasando o qué está viviendo.

Ser empáticos, a un nivel más o menos desarrollado, y aun haciendo todo lo anterior, no implica   que compartamos aquello que nos están transmitiendo, o que estemos de acuerdo con ello. ¿Es posible conseguir esto? O dicho de otra manera, si empatizo hasta tal nivel con otra persona, ¿no implica necesariamente que le apoye, que esté de acuerdo?
La respuesta es no.

Imaginemos una reunión de trabajo. Nos encontramos el departamento de atención al cliente y el departamento financiero. Nos están diciendo que el cliente siempre tiene la razón y que hay que hacer lo que sea porque esté satisfecho, sea justo o injusto, tenga razón o no, porque los clientes son la base del negocio de la empresa y además ellos quieren tener una política de conciliación radical de manera que se haga o firme lo que haga falta. Nosotros, como departamento de tesorería, podemos entender que efectivamente el cliente es fundamental, pero no compartir que haya que ceder a todas sus exigencias si no corresponde.

Escuchamos, entendemos lo que nos está diciendo la otra parte, podemos ver las cosas desde su ángulo y podemos hacérselo ver. Pero no compartirlo. La negociación sobre qué hacer o qué no hacer, sería la segunda fase de la reunión.

Pensemos en otro caso más familiar: nuestro hijo quiere salir de fiesta hasta tarde, es más, sin horario de vuelta a casa. Todos sus amigos lo hacen y si él no sigue la corriente, le van a mirar mal,  va a parecer un “bicho raro” o que sus padres no confían en él. Nosotros, como padres, entendemos lo que dice nuestro hijo. Nos hacemos cargo de que no es fácil ser diferente y tener normas distintas al resto. Sabemos que esto le hace sentir mal e incomprendido, y también nos duele. Pero nuestra actitud es firme.

Estamos empatizando con nuestro hijo. Nos estamos poniendo en sus zapatos. Entendemos lo que nos dice y hasta sentimos lo que él está sintiendo. Pero no estamos dispuestos a que con su edad,  no tenga normas porque consideramos que no es lo mejor para él. Y así se lo hacemos ver, a pesar del disgusto que se va a llevar, del mal rato que va a pasar, y de saber que no va a entender nuestra postura.

Aprender a decir que no es necesario y sano. Y hacerlo compatible con una actitud empática, es síntoma de madurez y de equilibrio emocional. Lograrlo no es fácil, pero es necesario y se puede conseguir.

Según el I Estudio sobre educación emocional en los colegios de España, los alumnos suspenden en empatía. La empatía, esa capacidad de entender desde el corazón a los demás y transmitírselo, es la base de muchas otras competencias emocionales como la comunicación, la asertividad o la capacidad de negociación. Por eso, no desarrollar esta capacidad influye radicalmente en la calidad de las relaciones humanas, y por eso, conociendo el dato citado antes, hemos de poner especial énfasis en ofrecer las herramientas necesarias para ser más empáticos, desde pequeños, desde jóvenes.

¿Cómo podemos ser más empáticos? Os dejamos algunos trucos para que integréis en vuestro día a día, cada vez que os relacionéis con cualquier persona, más o menos cercana:

  • Aparta el móvil. Tu atención debe estar en lo que la otra persona te está diciendo.
  • Cuida tu postura corporal: enfocada hacia el otro, a su mismo nivel (los dos sentados, los dos levantados, los dos tomando algo).
  • Mantén el contacto visual y llámale por su nombre
  • Sonríe, afirma, o niega. Demuestra con gestos que entiendes el mensaje.
  • Intenta aportar algo que ayude: una experiencia personal, un truco que te haya ayudado en una situación parecida, o manifiesta simplemente tu comprensión.

Acuérdate de que en todo lo relativo a las competencias o habilidades emocionales, muchas de ellas soft skills, el objetivo es SER. Se trata de adquirir hábitos, formas de actuar,    comportamientos emocionalmente sanos que tengamos interiorizados.

Todo se puede lograr con entrenamiento y constancia. Con metas diarias. Con objetivos concretos. Empieza hoy, no lo dejes para mañana. La empatía es la base de unas relaciones personales francas, sanas y de calidad.