5 trucos para desarrollar la
inteligencia emocional de los más jóvenes
Padres, profesores, tutores, y en general cualquier persona que nos rodea, es consciente de la importancia de una educación completa e integral en las personas, y más que nunca en las nuevas generaciones.
Los tiempos cambian, evolucionan, y debemos adaptarnos y dar respuesta a las necesidades que como personas y profesionales tenemos. Esto incluye evidentemente a los más jóvenes de nuestra sociedad.
Si pensamos en qué consiste una educación integral, hablamos normalmente de la formación académica, idiomas, deportes, experiencia en el extranjero… ¿pero dónde dejamos aquello que más nos define como personas, que marca nuestra actitud hacia la vida y la forma de gestionar los vaivenes de la misma? Por desgracia, muy en segundo plano.
Hasta ahora, no le hemos dado valor a este aspecto de la educación de la persona, cuando de manera indirecta es lo que todos identificamos con una persona valiosa y otra que no lo es tanto, una persona que sabe gestionar sus estados de humor y ánimo (con las consiguientes consecuencias en el aspecto familiar, social o profesional) y la que no sabe hacerlo. Todos buscamos rodearnos de personas emocionalmente sanas y equilibradas. Quizá no lo habíamos denominado así hasta hace pocos años, pero era una realidad que se palpaba en el ambiente.
Ahora, y más a raíz del Covid-19, sabemos dar nombre a muchas realidades que antes desconocíamos o que carecían de importancia para nosotros. Al igual que la palabra «pandemia» podíamos conocerla pero apenas la utilizábamos, con la educación emocional pasa lo mismo.
¿La inteligencia emocional existe? ¿Se desarrolla? ¿Se aprende? ¿Cómo podemos ser y hacer que nuestros hijos, alumnos o sobrinos desarrollen esta inteligencia con la que todos contamos, aunque la hayamos tenido adormecida mucho tiempo?
Pues sí. La inteligencia emocional existe, y se desarrolla a través de aspectos muy concretos de la misma como son la resiliencia, el optimismo, la empatía o el autocontrol entre otros.
¿Cómo podemos desarrollar estos aspectos en casa, en el colegio, de una manera natural, efectiva, práctica y con resultados? Os damos a continuación cinco pequeñas pautas para trabajar poco a poco hasta que logremos interiorizarlas y que formen parte de nuestra vida diaria y costumbres:
1. Sonríe con la mirada: cuando saludes a algún conocido, ya sea en la calle, al entrar en casa, en el colegio… tómate dos segundos para saludar, mirar a los ojos y sonreír. Un detalle muy pequeño que nos supone segundos pero que nos humaniza y nos hace entrar en sintonía con esa otra persona. Una manera fácil y concreta de desarrollar la EMPATIA.
2. Tómate un poco menos del filete que te gusta, y un poco más de lo que no te gusta. Pensarás ¿Para qué? ¿Se trata de negarme cosas buenas, también para mi salud, porque sí? No, tranquil@. Se trata de que te demuestres que eres capaz de renunciar a pequeñas cosas para hacerte más fuerte internamente, y ser dueño de tus actos y no al revés. Negarte alguna pequeña cosa cada día no sólo no te va a hacer sufrir (no lleguemos a extremos dañinos) sino que te va a hacer ver de que eres capaz, y te va a entrenar para cuando necesites una dosis más alta de AUTODOMINIO.
3. Cuando hables con una persona, no mires el móvil o te distraigas con otro dispositivo. Quizá eres capaz de hacer dos cosas a la vez y con total eficacia, pero el mensaje que sin querer estás transmitiendo es que lo que te están diciendo, y por tato también la persona que te lo comunica, no te importa. ¿Y a que no es así? Pues para no caer en estos malentendidos, deja el móvil a un lado y párate a escuchar, asentir, y decir que estás comprendiendo lo que te están diciendo. Estarás desarrollando la ESCUCHA ACTIVA.
4. Cuando tengas que decir algo «malo» de los demás, hazlo de una manera reflexiva y prudente. No te dejes llevar por las prisas ni por el enfado. Pasado esos primeros momentos, comunica a la persona que sea necesario lo que ha pasado, y si te dice que lo hagas tú, hazlo de una manera tranquila, hablando del mismo idioma que la persona que tienes delante, sin levantar la voz, con firmeza pero sin rigidez. Estarás desarrollando la ASERTIVIDAD.
5. Todos cometemos errores. Y todos volvemos a caer en la misma piedra. No pasa nada, sigue intentándolo. Sin desánimo. Ahora, en plenas fechas de exámenes, habrá alumnos bien preparados y otros menos. De entre estos últimos, los habrá que realmente no han estudiado y los habrá que sí lo han hecho, pero que por motivos variados no consiguen aprobar o subir nota. ¿Una derrota? No. Un camino de mejora. Un «seguir» Y aunque no salga bien el examen, aunque no suba nota habiendo puesto muchísimo esfuerzo, el mérito no te lo quita nadie. Sal más fuerte, y con intención de que la próxima vez, no sólo no te vas a caer sino que tendrás más fuerza. Estarás desarrollando la RESILIENCIA.
Intenta poner en práctica algunos de estos ejemplos, de manera continuada. Seguro que observarás en ti mismo los cambios y las mejoras que has logrado. Y seguro que lo ven los demás.
¿A qué esperas?