Ahora que la mayoría de nosotros nos encontramos muy próximos a la incorporación al trabajo, al fin de las vacaciones y al inicio de curso de hijos, sobrinos y vecinos, es momento de plantearnos nuevos objetivos, con todas las fuerzas cogidas estas semanas pasadas.
¿Por qué es importante la gestión emocional? Porque las personas tenemos inteligencia y voluntad, razón y emoción. Saber desarrollar y gestionar cada uno de los puntos anteriores marcará la diferencia en nuestro desarrollo personal, profesional, y siempre en nuestra felicidad.
Tradicionalmente se nos ha enseñado a entrenar la inteligencia (la razón) y la voluntad (aunque hoy en día cada vez es menor la capacidad de esfuerzo), dejando las emociones en un claro segundo plano porque podían entorpecer la toma de decisiones racionales.
Así que, básicamente, nadie nos ha enseñado a cómo gestionar nuestras emociones. Ni a desarrollarlas. Muchas veces no sabemos ni para qué sirven, o lo que es más básico, saber identificarlas.
Esto ha cambiado. Desde hace ya varias décadas son innumerables los estudios y las pruebas que demuestran que el factor emocional es clave en el desarrollo humano. Clave también en la toma de decisiones para que sean acertadas y clave también a la hora de seleccionar personal o de crecer profesionalmente. Lo que ahora se denominan como “soft skills” o “habilidades blandas” no son más que las competencias emocionales que en general todos tenemos pero que apenas conocemos o sabemos gestionar: optimismo, comunicación, asertividad, trabajo en equipo, resiliencia, persuasión…
Seguramente las conozcas. Seguramente nunca te han hecho una valoración del desarrollo de tus competencias (aunque sí de tu CI). Y seguramente tampoco has tenido una formación, o mejor dicho, un entrenamiento, para desarrollarlas. ¿Nos equivocamos mucho?
Para gestionar nuestras emociones necesitamos conocerlas antes. Identificarlas. Saber cómo soy, qué desencadena en mí determinadas emociones y cuales son mis respuestas. Porque el objetivo es saber cómo emplearlas para tomar las mejores decisiones y para ser una persona equilibrada y emocionalmente sana. Para cambiar lo que puedo cambiar a mejor, y mejorar lo que ya tengo.
Para lograrlo, como en todo, es necesario un plan, una ruta, una metodología. Y en cuestión de habilidades emocionales, el entrenamiento y la adquisición mediante la práctica, de hábitos emocionalmente sanos.
¿Es posible? ¿Se puede cambiar? ¿Se pueden reconducir “malos” hábitos? ¿Podemos aprender a aceptar nuestras emociones y a colocarlas en el lugar que necesitan? Claro que sí. Solo tenemos que proponérnoslo y buscar la ayuda necesaria para lograrlo. En Idiena sabemos cómo conseguirlo, de una manera novedosa, flexible, real, práctica e interactiva, alineada con las necesidades actuales y el ritmo de vida de hoy. ¿Te lo vas a perder?