Con la llegada del verano y de los días, tan merecidos, de vacaciones, nos encontramos con una serie de días por delante para descansar, desconectar y coger fuerzas para cuando volvamos al trabajo, a casa y a nuestro día a día. Pero ¿son las vacaciones algo más que un momento de parón?
Por supuesto. Las vacaciones deben ser algo más que un paréntesis físico y mental, o que horas muertas sin saber qué hacer. Las vacaciones son un momento excelente para “desconectar” pero haciendo otras cosas que el día a día no nos permite. Unas vacaciones bien aprovechadas son aquellas en las que se combina el descanso, el ocio y la realización de actividades que nos gusten, relajen y enriquezcan.
Y en este aparente puzle en el que nos encontramos, ¿dónde ubicamos el entrenamiento emocional? Pues como siempre, en cada día. Nos explicamos.
Durante las vacaciones, ya sea en familia o con amigos, vamos a encontrarnos con muchas situaciones en las que se va a poner en juego nuestra gestión emocional. La comunicación, la empatía y el optimismo son tres de ellas.
Respecto a la comunicación, como seres sociales que somos, tendremos más tiempo para charlar, para ir a cenar, para compartir momentos con otras personas. Aprovecha estos ratos para ejercitar tu capacidad de comunicación, tu escucha activa, para saber mostrar un punto de vista diferente sin ofender, incluso para convencer a los demás de hacer un plan en lugar de otro por las ventajas que ves y que quizá a los demás les pasan inadvertidas. También, y debido al roce de la convivencia, podrá haber algún momento de tensión. Es una ocasión estupenda, aunque no lo parezca, de apoyar no solo con tus palabras (comunicación verbal) sino también con tus gestos (comunicación no verbal) el mensaje que quieras transmitir.
Por otra parte, y ligado también con la comunicación, nos encontramos con la empatía. Esa capacidad de ponernos en el lugar del otro y de entender su punto de vista. Recuerda que empatizar y entender no implica compartir la perspectiva o las opiniones de la otra persona, sino de respetarlos y tratar de entenderlos. Ahora en verano seguramente estaremos con personas a las que conocemos, y también podremos conocerás otras nuevas. Tanto con unas como con otras, pon en marcha tu radar emocional. Especialmente en estas vacaciones, piensa que todos venimos de un año complicado y que en mayor o menor medida, la soledad y el aislamiento a afectado a todos. Aprovecha para ponerte en el lugar de otros, para entender otras situaciones y vivencias, para acercarte en definitiva a los demás de una manera sana y efectiva.
Por último, pero no menos importante, queremos hacer una mención al optimismo. El verano, como sabemos, nos sirve para recargar las pilas. Para coger fuerzas para los siguientes meses de trabajo y cotidianidad. Ahora que las señales de recuperación (sanitarias, económicas, sociales) empiezan a asomar, vamos a hacerlas nuestras también y a mirar al futuro cercano con optimismo. Aprendamos de todo lo que hemos vividos este último año y propongámonos ver el vaso medio lleno. El sol, la luz, los días más largos y la vitamina D van a ser nuestros aliados.
En resumen, estos días de descanso podemos aprovecharlos para seguir entrenando nuestras emociones, ¡así que sigamos!